jueves, 22 de febrero de 2018

Llama de Narciso

Si pudiera, haría cauterizar con sal todas tus heridas. Las lamería una a una hasta dejarte rendido y humedecido. Te tendería a mi lado cómo cachorro dormido, la respiración corta en la espera que el cuerpo haga su gesta.

Te daría de mamar leche calentita que yo mismo habría hervido apenas siete minutos atrás. Tres gotas en mi antebrazo, no te haría daño.

Junto a tu lecho esperaría, te lavaría la cara, te acomodaría esa mota de pelo negro con el mismo peine que descansa día sí y día no en el bolsillo de mi guayabera.

Y esperaría a que tras las horas de la sanación inclines tu mirada hacia mí y me des un beso.

Todo eso haría si fuese posible, si esta madeja de píxeles y estos siglos y esta distancia infinita y este mundo que se derrumba no se posara en capas sobre ti, sobre mi.

Pero no soy tu padre y aunque lo parezca no eres un animalito extraviado bajo la lluvia. Eres potencia, eres nervio, eres un fuego que se mira al espejo.

Por eso me voy y me quedo, por eso oscilo en esta nube de bitios alrededor de tu llamarada. Aún cibernética, me quema.

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